Publicado por ~Hugo Colacho en facebook, me llena reportarlo :
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A mis queridas y queridos Compañeros Es temprano en Catalunya, se respira aún el aire fresco de la mañana, los vecinos duermen y entre mate y mate, me inundan los recuerdos y una lagrima me turbia la mirada. No se cuando me llamara la Parca, ni me importa, he vivido intensamente y junto a ustedes,-a todos ustedes-, he aprendido mucho y luchado todo lo que he podido, en el acierto y en el error, para hacer realidad los sueños que viene atesorando nuestro Pueblo a lo largo de su historia, desde Artigas. Pero antes de que llame a mi puerta, para realizar el ultimo viaje en esta vida, quisiera dejar escrita algunas vivencias y sin pretender sirvan para mucho, de porfiado nomas, las ire escribiendo. Como olvidar, como olvidarlos y más aún, a unos pocos días del 20 de mayo. Recuerdo aquella noche, una de las tantas noches sin estrellas, de la oscura noche, de la Dictadura. Llegaba a mi querida Teja de la Escuela de Industrias Navales, en el 126 y al entrar a la sede del Victoria la Cañada, conoci la triste noticia de la muerte de Zelmar Michelini y del Toba Héctor Gutierrez Ruíz, días después de Rosario Barredo y de Willian Whitelaw. No senti, ni sentimos miedo, sentiamos rabia, impotencia, dolor y algunas lagrimas, que pronto se convirtieron en acción y como pudimos comenzamos a denunciar a los asesinos, que presumiamos eran militares criollos y militares argentinos. El nombre de Zelmar y el Toba llega a mis oidos mucho antes, de la formación del Frente Amplio, mi Tio Luis Vela y mi Abuela Ines, eran como la mitad de los uruguayos del Partido Colorado, mi abuela Batllista de Grauert y mi Tio Luis funcionario de UTE, si mal no recuerdo de Zelmar y otra parte de la familia y la otra mitad del Uruguay, el tio Arturo y mi abuelo Pérez, eran Blancos de Aparicio, de Erro y del Wilsón. Inundan mi memoria imagenes de aquel guri inquieto, que con la honda escondida en el pantalón, hacia un alto, en la caza diaria de gorriones y pajaros varios, para contemplar, las interminables reuniones bajo la parra, de la casa del Tio Luis, donde desmenuzaban los acontecimientos políticos que agitaban el pais. El Tio Orestes comunista con su pausadas reflexiones, el Lito Bermundez trabajador de los diques y de irreverente Anarquia, mi viejo Carlos María Ramírez Anarco-Socialista, -de igual nombre que la calle que le hace honor-, el tio Arturo, el tio Lelo, el tio Antonio y el Bicho Cancela murguista de los Diablos Verdes y blanco como hueso de bagual, entre otras vecinas y familiares, sin darse cuenta, domingo a domingo, bajo la parra, estaban construyendo desde la diferencia y el debate fraterno, la Unidad Política que pario al FA y la formula electoral WilsonCarlos Julio. Por esos mismos años, irrumpen con fuerza en el escenario politico, unos jovenes irredentos que se hacian llamar Tupamaros, en honor al cacique Inca descuartizado por los Españoles y a los gauchos orientales, alzados en armas contra el Rey de España, allá por el 1800. El Uruguay todo, comienza a agitarse y a despertarse de la siesta burguesa y el
Pueblo con Mayúsculas, comienza a ser protagonista de su tiempo. Uno de los primeros actos del naciente Frente Amplio, se realiza en Carlos María Ramírez, frente a la escuela Beltrán, allí escuche hablar por primera ves a Zelmar, parece que lo veo, acomodandose el cerquillo sobre el excenario, que montaron para la ocación, los vecinos del barrio y jovenes en su mayoría del Movimiento 26 de marzo y de la Juventud Comunista. Como todo gurí, me impresionaba ver a tanta gente y como estabamos algo lejos del escenario, le pedi permiso a mis padres, para acercarme. Con ojos de asombro y vaya a saber en que pensaba, escuche y observe con atención a Zelmar Miquelini y a la Negra Alba Roballo, de los que tanto hablaban mi Tio Luis y mi Abuela Ines. Un Zelmar al que le salian las palabras como un torrente, sin parar y con la fuerza de un volcan, solo silenciada por el estruendo de los aplausos, lo recuerdo caminando de una punta a otra del escenario, interpelando a los presentes, denunciando la rosca y sus privilegios. Aquella noche escuche un encendido discurso de Zelmar hablando de la necesidad de construir un país diferente y le preste más atención a partir, de aquella frase que repetia y que la maestra me habia enseñado de Artigas en la escuela, que decia, “que los más infelices sean los más privilegiados”. Esa noche también escuche por primera ves a la Negra Alba Roballo y sus tamboriles, que la presedian en su alocución, encendida también, con rasgos poéticos y que lograba la admiración de mujeres como mi vieja Doña Titina, funcionaria pública del Consejo del Niño, que ya estaba bastante cansada como tantas madres del paisito, de tanto para unos pocos y tan poco para tantos, como a veces -hablando sola en la cocina-, repetia y yo niño, no entendia de que hablaba. Al Toba lo recuerdo menos y aunque en la Teja había clubes politicos de todos los partidos, a los que como gurí inquieto, asistía asiduamente a escuchar, solo lo vi una ves, en un club que funcionaba a media cuadra de Carlos María Ramírez, creo que por la calle Real, de techo de Quincho. El Toba como cariñozamente le llamaban, hablaba pausado y era escuchado también con mucha atención por los presentes. Como guri me sorprendía el silencio de los vecinos cuando hablaba, aunque como todos los oradores de aquella noche, al final, comenzaba a levantar la vos y agitar los brazos, como pidiendo al cielo cambios y justicia social, para un pais que estaba escribiendo en las calles y en las grandes huelgas, una pagina heroica de entrega y ansias de más Democracia y Libertad. Luego, recogida en la canción de los Olimareños, con el arriba nervioso y el abajo que se mueve. Al Wilson lo conoci junto a mi viejo en la sede central del Partido Nacional, mi viejo pintor de profesión, fue unos de los encargados de plasmar en dos carteles su cara y la de Carlos Julio Pereira. Recuerdo pasar una marcha de trabajadores en Huelga que saludaban a mi padre, que estaba atado de unas cuerdas, retocando la cara de un Wilsón Ferreira Aldunate, que fue el más votado en aquellas elecciones del 71 y que fue sin lugar a dudas para mi, el último gran caudillo del Partido Nacional y del Pais. Con la muerte del Toba, Zelmar, de Rosario y de Whitelaw, aquella noche, una más de la larga noche de la Dictadura, muere también parte de mis recuerdos de guri inocente de barrio y se reafirma más aún, la muerte de la inocencia de un Uruguay y un Pueblo, que hijo digno de Artigas, soño y quiso cambiarlo todo y fué sometido a sangre y fuego, bala tras bala cobarde y asesina, a las politicas Gringas, en el que todo aquel que pensará nomas y peor aún que pensara, en repartir mejor la riqueza generada por los trabajadores del Campo y la ciudad,repartir la tierra, o lo que fuera, era tildado de Sedicioso, Tupamaro o Comunistay terminaba con suerte si no era desaparecido, con sus huesos en una celda.Una celda de esa Gran Carcel que fué el Uruguay durante la Dictadura CivicoMilitar, que asolo la patria por aquellos años de plomo.Vallan estos recuerdos en honor a todas y todos los Compañeros Caidos, por unUruguay, que sigue buscando en sus entrañas, los caminos que nos conduscana una Patria Para Todos, Batllista, Blanca de Aparicio, Anarquista, Socialista,Tupamara y Comunista.A pocos días de un nuevo 20 de mayo, Salud Pueblo Oriental, Habrá Justicia ypagarán su culpa los traidores.Hugo Colacho Ramírez desde Barcelona, Catalunya.
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